viernes, 27 de mayo de 2011

En el sur del abecedario...

por Washington Cucurto

Las deficiencias de este papel fotocopiado no me importan, ni que digan que su tiempo de duración es de 40 años y se borra, que es eso lo que vivirán estas letras en el papel, se borra y, con él, el amor que fue testigo, testigos todos falsos que involucran tanto como los testigos de Sadam o de los jueces norteamericanos, será una prueba irrefutable por cinco años en la librería y en mi corazón; hojas, papeles de Buenos Aires, que nos traerán recuerdos de lo que juntos una vez hicimos: quedará un bar dominicano, mi casa de cumbia, los versos de Enrique Lhin como todo simulacro de paz y de guerra. Nada más.
Ni un juguete de oro.
Ni un balneario oscurecido en la playa al caer la noche por las mismas estrellas. No me importa la indigencia de mendicidad de este papel fotocopiado que yo sé bien que es parte de un proceso de deshumanización o humanización pedorra de los árboles.
Que dure lo que dure, che! Si al fin y al cabo, las letras siempre verdes en su lugar.
A su inescrutable puerta en la recta lengual, sublingual del sur del abecedario.

(de la antología “Hotel Quequén”, edit. Sigamos Enamoradas, febrero 2006)

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